¡Es peligroso improvisar con la estrategia: ¿Estrategia planeada vs emergente?!

La estrategia empresarial es fundamental para el éxito y la supervivencia de cualquier organización. A lo largo del tiempo, diversos enfoques teóricos han emergido, cada uno aportando perspectivas únicas sobre cómo las empresas pueden lograr y mantener una ventaja competitiva. Aunque la estrategia planeada ha sido ampliamente defendida como un pilar esencial para la dirección organizacional, la estrategia emergente ha cobrado relevancia en un mundo de cambios rápidos y disruptivos. Para evitar el riesgo de improvisar, es crucial entender cómo ambos enfoques pueden coexistir y complementarse.

La estrategia empresarial ha sido objeto de estudio de varias escuelas de pensamiento, cada una aportando valiosas perspectivas sobre cómo las organizaciones pueden lograr y mantener una ventaja competitiva. Dentro de la escuela tradicional de planificación, teóricos como Igor Ansoff, Michael Porter, Arnoldo Hax y Nicolás Majluf han subrayado la importancia de una estrategia deliberada y estructurada. Igor Ansoff, con su matriz de crecimiento, resalta la necesidad de planificación para identificar oportunidades de expansión y adaptación a cambios en el mercado. La matriz de Ansoff sugiere que las empresas pueden crecer mediante penetración de mercado, desarrollo de mercado, desarrollo de producto y diversificación, cada una de las cuales requiere un análisis de riesgos y oportunidades basado en planificación. Michael Porter, a través de sus cinco fuerzas, ofrece un marco para analizar la competencia y determinar la rentabilidad de una industria. Porter argumenta que una estrategia clara, basada en el análisis competitivo, es esencial para el éxito. Las cinco fuerzas de Porter ayudan a las empresas a comprender su entorno competitivo y a formular estrategias que les permitan obtener una ventaja sostenible. Arnoldo Hax y Nicolás Majluf han contribuido significativamente al campo de la estrategia con su modelo de estrategia corporativa, de negocio y funcional. Su enfoque destaca la importancia de la alineación entre diferentes niveles de estrategia dentro de una organización. La estrategia corporativa se ocupa de la visión general y la dirección a largo plazo de la empresa, estableciendo objetivos y prioridades para la organización en su conjunto. La estrategia de negocio se centra en cómo competir en mercados específicos, definiendo la propuesta de valor y la ventaja competitiva en esos mercados. Por último, la estrategia funcional aborda la implementación de estrategias a nivel operativo, asegurando que las funciones específicas como marketing, operaciones y finanzas apoyen las estrategias corporativa y de negocio.

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