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¿Juntas Directivas o Juntas de representación familiar?
Ago
Muchas empresas familiares creen estar profesionalizando su estructura solo por tener una Junta Directiva. Sin embargo, este artículo expone cómo una junta mal diseñada, centrada en la representación familiar y sin independencia ni mecanismos de control, en realidad obstaculiza la toma de decisiones estratégicas.
Se analiza el caso de una junta creada bajo criterios de equilibrio entre ramas familiares, donde los miembros actúan como delegados de su núcleo y no como verdaderos gobernantes del negocio. La falta de independencia, la ausencia de comités especializados y la existencia de espacios informales de decisión reflejan una estructura simbólica, no funcional. Además, el poder sigue concentrado en el fundador, debilitando la institucionalidad y generando desconfianza entre accionistas.
Desde la teoría del gobierno corporativo, esto representa fallas críticas: la junta no gobierna, los externos no son contrapeso real, y las decisiones clave se toman fuera de los canales formales. Esta situación es común en muchas empresas familiares que crean estructuras formales sin cambiar la cultura de fondo.
Recomendaciones clave para una transformación real:
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Rediseñar la junta con mayoría de miembros independientes con voz y voto.
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Establecer periodos definidos y evaluaciones formales de desempeño.
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Activar comités especializados (auditoría, compensaciones, evaluación).
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Eliminar espacios informales de decisión y fortalecer el rol institucional de la junta.
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Formar a las nuevas generaciones en gobierno corporativo, no solo en historia familiar.
Conclusión:
La verdadera profesionalización no está en tener una junta “de adorno”, sino en dotarla de poder, independencia y visión estratégica. Una junta efectiva no representa apellidos, sino ideas para el futuro sostenible de la empresa.