Tercera generación en empresas familiares
En muchas familias empresarias latinoamericanas, la tercera generación está emergiendo como la más consciente y madura, buscando sanar fracturas emocionales que la segunda generación no resolvió y reconstruir la unidad familiar perdida. Lejos de pedir poder, los nietos están pidiendo claridad, propósito y espacios formales para dialogar, entender el patrimonio y construir relaciones más sanas. Su distancia emocional respecto al conflicto original les permite ver el sistema completo —empresa, propiedad y familia— con mayor objetividad, convirtiéndolos en actores clave para reescribir la historia familiar. El reto, sin embargo, es que la segunda generación debe soltar control y permitir esta evolución, pues sin diálogo, propósito y estructuras claras, ningún legado puede sostenerse.
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La tercera generación busca reconstruir la familia y sanar heridas emocionales que sus padres no enfrentaron.
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Aunque la empresa y el patrimonio sean sólidos, la falta de unidad emocional genera tensiones en todo el sistema familiar.
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Los jóvenes piden formación, reglas claras y espacios como el Consejo de Familia para aportar con propósito, no con poder.
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La segunda generación suele resistir el cambio por miedo, conflictos no resueltos o apego al control.
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La clave para preservar el legado es combinar estructura, propósito compartido y sanación emocional, escuchando a la nueva generación.

