Liderazgo en empresas
En muchas empresas familiares, el gerente general tiene el cargo pero no la autoridad real. Sus decisiones son cuestionadas y revertidas por los socios, quienes siguen interviniendo en lo operativo en lugar de actuar desde un rol estratégico. Esto genera un “liderazgo compartido” que en realidad es un espejismo: nadie asume responsabilidad plena, se frena la estrategia y se crea desconfianza en la organización.
El problema radica en la ausencia de un gobierno corporativo sólido. Sin una junta directiva profesional que delimite funciones, el gerente queda atrapado entre múltiples jefes. El caso de una empresa tecnológica colombiana muestra cómo la falta de roles claros, la duplicidad de decisiones y las tensiones internas deslegitiman al CEO, ralentizan proyectos y desmotivan equipos.
La profesionalización exige empoderar al gerente con autoridad acotada y legitimidad, dentro de un marco de rendición de cuentas. Un sistema claro de gobierno, con límites definidos y procesos formales, permite al CEO liderar y activar el potencial de la empresa.
Recomendaciones clave:
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Formalizar funciones y límites del gerente general.
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Crear una junta directiva profesional con independientes.
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Eliminar canales paralelos de decisión.
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Implementar evaluaciones objetivas de desempeño.
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Diferenciar claramente roles de junta, gerencia y socios.
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Respaldar públicamente al gerente frente al equipo.
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Consolidar un comité gerencial liderado por el CEO.
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Establecer rutinas de seguimiento con cada ejecutivo y socio operativo.
En conclusión, una empresa no necesita más jefes, sino un sistema de gobierno que empodere al gerente general para garantizar sostenibilidad y futuro.
¿Y si el gerente general no manda?: el espejismo del liderazgo compartido