El nepotismo en las empresas familiares es frecuentemente percibido como un obstáculo para la profesionalización y el éxito organizacional. Sin embargo, hay casos donde una correcta planificación y preparación de los herederos familiares puede generar resultados sobresalientes. Este artículo analiza las condiciones bajo las cuales el nepotismo puede convertirse en una ventaja competitiva. A partir de las ideas de John Ward en su libro El éxito en los negocios de familia, se plantea una reflexión sobre cómo transformar el nepotismo en una herramienta para el legado y la continuidad. Se incluye un caso real donde el diseño de un programa de formación privado logró preparar a un joven para liderar una empresa familiar con éxito.
El nepotismo se define como la preferencia o el privilegio dado a miembros de la familia en el entorno laboral, independientemente de su experiencia o competencias. Históricamente, la literatura lo ha criticado por fomentar la mediocridad, la falta de meritocracia y posibles conflictos internos. Algunos autores destacan que el nepotismo puede llevar a decisiones que prioricen la dinámica familiar sobre los objetivos empresariales, lo que a menudo resulta en un bajo desempeño.
Sin embargo, John Ward, en El éxito en los negocios de familia, argumenta que el nepotismo no siempre es negativo. Cuando se gestiona de manera estructurada, puede garantizar continuidad, compromiso y alineación con los valores fundacionales de la empresa. Ward subraya que la clave radica en profesionalizar el proceso de incorporación de familiares y proporcionarles las herramientas necesarias para liderar con efectividad. Además, estudios como los de Anderson & Reeb han demostrado que las empresas familiares son más rentables que aquellas no familiares, especialmente cuando el CEO es un miembro de la familia propietaria. Este hallazgo refuerza la idea de que buscar un miembro de la familia como sucesor no es inherentemente malo, sino más bien una aplicación práctica del viejo adagio que dice que «el ojo del amo engorda el caballo». Claro está, siempre y cuando el sucesor esté adecuadamente preparado y se logre separar de «caballos» en el sentido metafórico, para evitar nepotismos mal gestionados.
El dilema del nepotismo radica en encontrar un balance entre la lealtad familiar y la profesionalización. Si bien es fundamental garantizar que los herederos estén genuinamente capacitados, también se debe evitar la percepción de favoritismo injustificado.
Hace algunos años, un empresario de un país latinoamericano solicitó el diseño de un programa de formación exclusivo para su hijo mayor. Este joven, destinado a liderar la empresa familiar, debía recibir una educación que combinara el rigor académico con la experiencia práctica. El programa se estructuró al estilo de una maestría, con módulos impartidos por expertos internacionales en áreas clave como gobierno corporativo, dirección general, finanzas, control, desarrollo de personas, marketing, tecnología y operaciones. Durante un año y medio, el joven asistía a clases mientras desempeñaba un rol intermedio en la empresa. Su compromiso y rendimiento fueron sobresalientes, demostrando un profundo sentido de responsabilidad hacia su legado.
¿Cuándo el nepotismo puede ser bueno en las familias empresarias?