Del fundador al sistema: El arte de soltar sin perder el alma

Preparar la sucesión

Preparar la sucesión

El desafío que enfrentan los fundadores de empresas familiares cuando llega el momento de ceder el control y preparar la sucesión. Este proceso implica pasar de un liderazgo basado en el carisma y la centralización hacia uno sustentado en confianza, sistemas e institucionalización, sin perder la esencia ni el propósito original de la empresa.

Muchos fundadores se enfrentan al dilema de que, si sueltan el control, sienten que pierden su identidad, pero si no lo hacen, frenan el desarrollo de la organización. Según la teoría de la dirección prudente de Juan Antonio Pérez López, el liderazgo maduro debe promover no solo la eficacia económica, sino también el aprendizaje y desarrollo de los demás. El Modelo Dinastía (Gómez y Lagos, 2025) complementa esta visión, proponiendo que el paso del fundador al sistema se logra cuando los valores, la autoridad y el conocimiento se institucionalizan mediante estructuras y procesos formales.

Un caso real de una empresa latinoamericana ilustra el problema: a pesar de contar con estructuras formales, el fundador seguía concentrando las decisiones. La excesiva dependencia generaba una “trampa del control afectivo”, donde el amor y el compromiso con la empresa derivaban en control y falta de autonomía en los sucesores y colaboradores.

El análisis concluye que la clave para la continuidad multigeneracional es pasar del liderazgo personal al liderazgo sistémico. Para lograrlo, el fundador debe transformarse en mentor y guardián del propósito, apoyándose en tres pilares:

  1. Confianza: aceptar que otros pueden aprender haciendo.

  2. Método: crear estructuras y órganos de gobierno sólidos.

  3. Propósito: mantener viva el alma del proyecto más allá del cargo.

Finalmente, se ofrecen recomendaciones prácticas: planificar el retiro, transformar la autoridad en mentoría, institucionalizar el legado, educar para confiar y construir un nuevo propósito personal.

El mensaje central es que “soltar no es renunciar, es trascender”: las empresas familiares perduran cuando el liderazgo se comparte y se convierte en un sistema que preserve el alma y la continuidad del legado.

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