La riqueza socioemocional en las familias empresarias: Activo estratégico o pasivo oculto?

Socioemocional en las Familias Empresarias

Socioemocional en las Familias Empresarias

La Riqueza Socioemocional (Socioemotional Wealth – SEW) es un concepto clave para entender la toma de decisiones en las empresas familiares. Introducido por Luis Gómez Mejía et al., el SEW abarca dimensiones como el control familiar, la identidad de la familia con la empresalazos socialesapego emocional y la sucesión dinástica. Su impacto puede ser tanto positivo como negativo: mientras que refuerza la unidad y el compromiso familiar, también puede generar conflictos y conservadurismo excesivo. Este artículo explorará la teoría del SEW y su relación con conceptos previos como el «Familyness» de Joe Astrachan, la unidad y compromiso de Miguel Gallo, y las trampas y el equipaje emocional de mi autoría. Además, se incorporará la perspectiva de Jon Ward y su libro «Las 50 lecciones aprendidas de las familias centenarias», así como el marco de Miller y Le Breton-Miller sobre Continuidad, Comunidad, Conexión y Comando. Finalmente, se analizará un caso de estudio para ilustrar su aplicación en la realidad empresarial.

Las empresas familiares representan una parte significativa de la economía global, y su comportamiento no puede explicarse únicamente desde una perspectiva económica. A diferencia de las empresas no familiares, las decisiones de estas organizaciones están influenciadas por aspectos emocionales y sociales que impactan tanto la estrategia como la sostenibilidad del negocio. La Riqueza Socioemocional es un concepto que busca capturar estos elementos y explicar cómo afectan la toma de decisiones. Pero, ¿es siempre un activo o puede transformarse en un pasivo? Este artículo explora esta dualidad y su relevancia en la práctica de gobierno corporativo de las empresas familiares.

El concepto de SEW es útil porque explica por qué las familias empresarias, en muchas ocasiones, toman decisiones que no optimizan el valor financiero de la empresa, pero que maximizan su control y continuidad a largo plazoEn términos prácticos, ayuda a entender por qué las empresas familiares pueden preferir la estabilidad y el legado a la rentabilidad inmediata. También permite evaluar en qué circunstancias la preservación del SEW puede generar riesgos, como la resistencia al cambio o la incapacidad de atraer talento externo. Asimismo, el concepto es importante para diseñar estrategias de sucesión, dado que muestra cómo los fundadores y sus herederos pueden tener visiones distintas sobre el equilibrio entre lo emocional y lo económico dentro de la empresa. Estudios recientes han demostrado que la SEW puede contribuir a la rentabilidad y longevidad de las empresas familiares cuando se gestiona adecuadamente. Investigaciones como las de Berrone, Cruz, y Gómez Mejía (2012) han encontrado que la protección de la identidad familiar y la orientación a largo plazo pueden llevar a decisiones estratégicas que fomentan la resiliencia ante crisis económicas y fortalecen el compromiso con empleados y comunidades. Además, estudios en economías emergentes han evidenciado que las empresas familiares con altos niveles de SEW tienden a ser más conservadoras financieramente, lo que les permite sobrevivir en períodos de inestabilidad.

No obstante, el impacto positivo de la SEW no es automático. En empresas donde se prioriza la riqueza socioemocional sin considerar la eficiencia operativa y la innovación, puede haber una disminución en la rentabilidad y una resistencia al cambio que impide la modernización del negocio. Por lo tanto, la clave para maximizar la SEW radica en encontrar un equilibrio entre la preservación de los valores familiares y la necesidad de adaptación a los cambios del mercado.

La familia Gutiérrez es una familia empresaria de tercera generación en Latinoamérica. Fundaron su empresa en los años 50, especializada en la manufactura de productos agroindustriales. Durante décadas, lograron consolidar su marca en el mercado nacional, con una gestión basada en valores familiares y un fuerte compromiso con la comunidad. Sin embargo, la transición a la tercera generación trajo consigo nuevos desafíos. El patriarca de la segunda generación, Don Enrique, se retiró del día a día dejando a sus tres hijos al frente de la empresa. Mientras que los dos mayores abogaban por una expansión agresiva hacia mercados internacionales, la hija menor, Carolina, defendía la preservación de la identidad tradicional y el mantenimiento de un control familiar estricto. Esta diferencia de visión generó tensiones en la toma de decisiones. El conflicto se intensificó cuando los hermanos mayores propusieron la venta parcial de la empresa a un grupo inversor extranjero para obtener capital de crecimiento. Carolina se opuso enérgicamente, argumentando que esto diluiría la influencia de la familia y pondría en riesgo el legado construido por su padre. La falta de consenso generó bloqueos en la toma de decisiones y hizo más lenta la innovación dentro de la compañía. Para complicar aún más la situación, la familia se encontraba dividida sobre el rol de la siguiente generación. Mientras que algunos primos estaban interesados en asumir posiciones de liderazgo, otros mostraban poco compromiso con el negocio. Esta falta de alineación generacional, combinada con las tensiones entre los hermanos, puso en riesgo la continuidad de la empresa.

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