Legado con propósito: acciones clave para la sostenibilidad del patrimonio familiar a través de las generaciones

“Las familias empresarias tienen una capacidad única de crear riqueza. El reto es aprender a preservarla con conciencia y disciplina”.

Con una historia sencilla pero significativa, Luis Carlos Bravo, economista, MBA y socio principal de Aurum Legacy Advisors, dio inicio a una masterclass que resulta muy oportuna en el contexto actual: ¿Cómo asegurar la sostenibilidad del patrimonio familiar a través de las generaciones?

Organizada por la Legacy School of Wership, parte de la Legacy Network, esta sesión estuvo dirigida a familias empresarias con la intención de entender cómo salvaguardar y proyectar ese legado que comenzó, casi siempre, con “tiempo y corazón”.

El punto de partida de este espacio fue un retrato vívido de una familia emprendedora: una pareja que, desde cero, funda un negocio con pasión. Con el paso de los años, llegan los hijos, crece la empresa, se consolidan bienes como vehículos, inmuebles e incluso inversiones en arte o filantropía. Aparentemente, todo avanza con éxito. Sin embargo, surge una pregunta inquietante: ¿crece el patrimonio al ritmo que crece la familia?

“Una familia puede aumentar un 5% anual en número de miembros, pero ¿Está creciendo el patrimonio a esa misma velocidad? ¿Más? ¿Menos?”, planteó Bravo, evidenciando el desequilibrio entre expansión familiar y gestión patrimonial.

Las complejidades del patrimonio

Llega un punto en donde lo que comenzó como un emprendimiento, termina convertido en un ecosistema patrimonial complejo: activos diversos, inversiones cruzadas y, muchas veces, una ausencia total de visibilidad sobre el valor real del patrimonio.

“Hemos acompañado familias donde nadie sabe cuántas inversiones hay, ni cuánto valen, ni quién las gestiona”, confesó Bravo. Su primera recomendación: mapear todo.

“El punto de partida es listar los activos. No se trata solo de saber cuánto se tiene, sino de entender cómo se distribuye el valor, qué rentabilidad se espera de cada categoría y qué riesgos están corriendo, tanto económicos como emocionales”.

Pero la complejidad no solo se limita a ser financiera. La estructura familiar también evoluciona. Pasar de decisiones unipersonales en primera generación a consensos entre primos en la tercera generación puede representar un campo minado si no se anticipan mecanismos de gobierno, comunicación y propósito compartido.

Familia, propiedad y empresa: tres mundos que deben conversar

Uno de los momentos más esclarecedores fue cuando Luis Carlos mostró el modelo integral de análisis: tres esferas – familia, propiedad y empresa – cruzadas con cinco dimensiones clave: cultura, gobierno, estrategia, estructura y sistemas. Aquí, cada cruce representa una posible fuente de conflicto.

“Muchas veces el problema no está en los números. Está en la cultura familiar, en los valores no compartidos, en la falta de estructuras claras para decidir. No se sabe quién lidera, ni con qué autoridad, y entonces vienen las fracturas”.

De ahí la importancia del gobierno familiar, los protocolos, los acuerdos de accionistas y las herramientas de mediación que ayudan a construir una visión compartida entre generaciones.

La estrategia patrimonial: un plan vivo

Bravo dejó claro que la estrategia patrimonial no se resume en balances y estados financieros. Es una construcción de largo plazo que articula valores, objetivos, estructuras y gestión activa del riesgo.

“El dinero es un medio, no un fin. La pregunta no es cuánto quiere tener la familia, sino para qué. ¿Buscan estabilidad? ¿Impacto social? ¿Mantener unida a la familia? Cada objetivo implica un tipo diferente de estrategia, rentabilidad y exposición al riesgo”.

Aquí introdujo una herramienta de gran impacto: la composición patrimonial. Listar activos, estimar rentabilidades, definir qué porcentaje se mantiene en el negocio principal, qué parte se destina a emprendimientos, a inmuebles, a portafolio líquido, y sobre todo, quién toma las decisiones en cada frente.

Estar siempre preparados

Entre tanto, otro de los conceptos más interesantes que abordó fue el de due diligence ready: estar siempre preparados como si fuéramos a vender la empresa, aunque no se tenga la intención de hacerlo.

“No queremos vender nuestra empresa familiar. La compramos todos los días. Por eso debemos ser los mejores inversionistas posibles para ella. La disciplina financiera comienza por saber cuánto vale, qué la hace crecer y cómo mitigar los riesgos que puedan comprometerla”.

Ser due diligence ready implica tener al día los indicadores financieros, los contratos clave, las estructuras legales, los pactos de familia, las juntas activas y conscientes del valor que gestionan.

En ese orden de ideas, aunque muchas familias se resisten a vender su empresa, Bravo planteó que una venta estratégica puede ser una forma de honrar lo construido si se hace en el momento correcto y con el comprador adecuado.

“Uno debe vender solo cuando el comprador puede hacer más con la empresa que uno mismo. Cuando su capacidad de generar valor justifica un precio que la familia no podría alcanzar por sí sola”.

En el cierre, Bravo sintetizó la filosofía que sostiene todo este enfoque: construir, preservar y transferir patrimonio va más allá de la técnica. Requiere consciencia emocional, inteligencia colectiva y una cultura de responsabilidad intergeneracional.

“La gestión patrimonial familiar no garantiza el éxito. Pero la falta de ella, casi siempre lleva al fracaso. Lo que nos proponemos es que cada familia empresaria cree su propio modelo, estructurado, flexible y con propósito. Porque un legado se construye, se cuida y se comparte”, concluyó el experto.

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